Querida Hija
Conmovedora Carta de nuestro cliente Carlos a su Hija nacida por Gestación Subrogada
Te pido perdón… No por haberte concebido mediante gestación subrogada, para nada, de eso ni me arrepiento ni creo haber cometido ningún delito. Sin embargo, sí me disculpo por haberte traído a un mundo intolerante y que usa cualquier excusa para señalar, para estigmatizar y para ofender.
De hecho, ves que empiezo sin referirme a esta técnica como muchos la denominan: ‘vientre de alquiler’. Me niego. Bien por desconocimiento, bien porque deliberadamente pretenden denigrarla; no son conscientes –o no quieren serlo- de que es un procedimiento avalado por la OMS como otra técnica más de reproducción asistida.
Mucha gente, cuando sepa que has venido al mundo de esta manera, pensará de la siguiente forma –me anticipo para que puedas contestarles. Estate siempre orgullosa de ser como eres, de quién eres, y de cómo has llegado al mundo. No hay nada que te haga menos –ni más- que el resto.
Por un lado, un sector feminista te espetará que esta práctica va en contra de todos los principios que luchan por la igualdad de la mujer. Esta sección tiene nombre, uno hiriente para todas aquellas personas que la hemos usado: No somos vasijas. Sé comprensiva, diles que comprendes su postura, que puedes entender que, a priori y sin conocer bien los entresijos de la técnica, consideren que una gestación subrogada es una imposición a la mujer.
Sin embargo, te animo a que les respondas lo siguiente: tu gestante (que no tu madre) tiene familia, marido y cuatro hijos; tiene profesión, tiene nombre, tiene derechos y, fundamentalmente, algo que prevalece por encima de todo lo anterior, tiene dignidad y libertad. Y las usó plena y conscientemente cuando decidió ayudarme a tenerte, previo asesoramiento legal y evaluación psicológica. El suyo fue, ante todo, un acto de generosidad y de ayuda, pues me cedió su capacidad de gestar vida para que formásemos una familia: tú, yo, y nuestro círculo de seres queridos.
Claro que firmó un acuerdo que, como todo acuerdo, se debe cumplir. Pero eso no la hace objeto –si ella no lo vio como tal, no entiendo que el resto deba cuestionarla-. Nadie controló su decisión y ella fue la única que tomó control sobre su propio cuerpo. Sí, recibió una compensación por ese gran gesto, ¿qué hay de malo en ello? La explotación humana es una aberración, una abominación contra la que hay que luchar como sociedad, pero este no es el caso.
Por supuesto, no hablo de una gestación subrogada sin límite, sino de una forma controlada, con marcos legales que protejan siempre a las donantes y a las gestantes; que se regule siempre cuidadosamente, sin intermediarios, con edad e ingresos mínimos, con acuerdos claros entre todas las partes… Como sociedad desarrollada, debemos poner las miras en este propósito a la hora de marcar leyes.
No te compré, no eres un producto, eres un ser humano como todos los demás, ni más ni menos. No estamos hablando de un mercado. Nadie explotó a tu gestante; nadie la utilizó, con las implicaciones que se derivan de dicha expresión. No necesitaba ese dinero para vivir: tenía una vida cómoda y fácil, su marido trabaja en el ejército y ella es una enfermera retirada que decidió quedarse en casa para cuidar de su familia.
Jamás olvidaré el día que la conocí en un restaurante con su marido, cuando me explicó que había decidido hacer esto por alguien motivada por la infertilidad de una de sus mejores amigas y tras ver el dolor que la causó tener problemas de útero. Sí, recibió compensación económica, pero esa retribución– solo una parte del proceso, si bien casi todo es absorbido por unos gastos desmesurados de un sistema sanitario demasiado costoso- no es más que un regalo para compensar lo que ella me dio: a ti.
Por otro lado, habrá gente usará razones y juicios morales o éticos para criticar la forma en que fuiste concebida. Eso ya ha pasado con temas tan controvertidos como la interrupción voluntaria del embarazo o con la ampliación del matrimonio a las parejas homosexuales, ambos aprobados tras multitud de debates; justo el punto en el que nos encontramos ahora con este asunto.
Pero no te inquietes, el mundo cambia, la mentalidad de las personas evoluciona y madura. Ya hoy (y no tienes ni dos años), muchos consideran que ser padre es un derecho, de la forma que sea, que las opciones no son sino caminos diversos para llegar a un mismo destino. Muchos ya opinan que la gestación subrogada es una forma más, otra alternativa para acceder a la maternidad y la paternidad, con los mismos derechos y obligaciones.
No te preocupes, nunca podemos gustar a todo el mundo; no lo pretendas, pues solo te creará ansiedad y frustración. Diles sin miedo y tranquila que eso depende de la creencia de cada uno. Y, sobre todo, diles que la ley no es una dictadura, que no se debe legislar sobre las imposiciones de unos cuantos, sino permitiendo que la mayoría pueda actuar según su propia conciencia dictamine, siempre que dicha conciencia vaya enmarcada y guiada por el respeto a los Derechos Humanos.
Ahora déjame que te cuente por qué, a pesar de todo, decidí traerte a este mundo. Sí, hay sectores intolerantes, pero también hay otros comprensivos, benevolentes y más indulgentes. Hay un mundo más amable que el que acabo de contarte, pero quiero que estés preparada para todo lo que tendrás que hacer frente. No quiero que te sientas mal, y para eso no te puedo mentir: no debo esconderte las múltiples caras de una realidad compleja.
Soy homosexual y soltero el día que decidí tenerte. Aunque los que están en contra de esta práctica lo duden o pongan en tela de juicio, tengo una mentalidad abierta y feminista. Soy docente de secundaria, ni político ni personaje de los medios. Solo gracias al apoyo de toda tu familia que te quería antes incluso de nacer, pude pensar en tenerte.
Siempre supe que sería padre. ¿Por qué no quise adoptar? Porque en mi caso era una vía prácticamente varada, sin salida clara, más aún en términos internacionales, donde directamente estaría vetado. No conocía la gestación subrogada; tuve que informarme mucho, asesorarme e iniciar un arduo camino, lleno de escollos, dificultades y altibajos.
Opté por Estados Unidos, destino que ofrecía garantías legales bilaterales, tanto para tu gestante y su libertad de elección como para nosotros (hablo de ti y de mí). Todos estaríamos cubiertos. Estuve un año entero hasta que pude engendrarte, no te aburriré con los detalles; solo decirte que no fue nada fácil y me costó muchos sustos y sufrimientos.
Por eso mismo me da pena y rabia, además de decepción, que en algún momento puedas ser insultada o menospreciada por ello. Te pido disculpas, pero también deseo que sepas que siempre habrá algún alma caritativa que se meta contigo por alta, baja, flaca, gorda, guapa, fea… Motivos, cuando hay ganas, siempre existen.
Solo te pido una cosa: no dudes de mi amor por ti. No hagas caso del odio, nunca, ni del desprecio, pues retratan más la fuente de la que vienen que el objeto de sus palabras.
Te deseo la mejor vida posible. Te prometo que haré todo lo que esté en mi mano para que así sea.
Te quiere,
Tu padre.
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